lunes, 18 de enero de 2016

FABRICE MUAMBA Carta del futbolista que murió y volvió a vivir el mismo día

Fue una imagen que conmocionó el mundo del fútbol y trascendió el campo de juego.

El futbolista Fabrice Muamba yacía desplomado, "clínicamente muerto", durante un partido de su equipo, el Bolton Wanderers, en el estadio del club Tottenham Hotspur, White Hart Lane.

Para Muamba, ahora exjugador, fue un día que no desea olvidar y que desde entonces se encarga de recordar, en especial para agradecer el cuerpo médico que lo atendió durante los 78 minutos en los que su corazón dejó de funcionar.

Y sobre todo para resaltar el invento que salvó su vida y que desde hace 50 años lo ha hecho con millones de personas alrededor del mundo: el desfibrilador portátil.

En honor a su creador, Frank Pantridge, es que Muamba contó paso a paso lo que ocurrió aquella tarde lluviosa del 17 de marzo de 2012. A continuación, su texto.

Fue el partido más importante de mi carrera. Los cuartos de final de la Copa de la Asociación Inglesa de fútbol (FA Cup, en inglés). Recuerdo haber fallado una ocasión en el juego. Cuando regresaba a mi posición, sin nadie a mi alrededor, de repente comencé a sentirme muy mareado. Y me desplomé.

No hubo dolor, nada que me previniera. Simplemente pasó. No recuerdo nada de lo que ocurrió después.

Más adelante, supe que mi corazón se detuvo durante 78 minutos. Lo que sufrí se conoce como un paro cardiorrespiratorio.

Tuve mucha suerte de recibir atención médica de inmediato. Fue crucial que había un desfibrilador portátil a la mano, que fue lo que me salvó la vida.

Recibí una reanimación cardiopulmonar en el terreno de juego mientras los aficionados, incluidos los hinchas de Tottenham, corearon mi nombre. En el campo recibí las dos primeras descargas eléctricas del desfibrilador.

También tuve suerte que un aficionado de los Spurs en la grada era un cardiólogo y entró al campo para ayudar. Me trasladaron hacia los vestuarios y me dieron otra descarga.

El partido se detuvo y fui llevado en ambulancia al hospital del tórax, fue un trayecto muy difícil en la ambulancia. Recibí otras 12 descargas eléctricas, una cantidad considerable para un período de tiempo tan corto. Es increíble que mi cuerpo haya podido resistir.

Cuando llegamos al hospital me llevaron directamente al quirófano, donde me pusieron un catéter más grande en mi vena, me dieron más descargas eléctricas y medicamentos. 78 minutos después que desfallecí mi corazón comenzó a funcionar otra vez y recuperé el conocimiento.

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