viernes, 5 de mayo de 2017

Clubes en América prefieren seguridad privada para los “encuentros clave”

La guardia de seguridad del estadio Campeón del Siglo resultó desbordada por la violencia que jugadores de Peñarol y Palmeiras promovieron en la cancha y fanáticos propagaron en las tribunas sin una cobertura policial para sofocar un escándalo que vuelve a dejar en evidencia al fútbol latinoamericano.

El Palmeiras dijo que la tragedia la evitó, no la fuerza local del escenario, sino un grupo de 20 guardaespaldas brasileños que acompañó a la delegación paulista.

Minutos después del pitido final, ya se había diluido la gresca en la cancha, los visitantes se refugiaron en su vestuario, aparecían los primeros policías en la cancha, pero la tensión se vivía en las graderías, de los que salieron 30 personas detenidas.

¿Vale la pena prescindir de la Policía o reducir su presencia en los estadios y encomendar el peso de la seguridad a grupos privados?

En Uruguay, el Gobierno decretó en 2016 que los partidos “críticos”, como Peñarol-Nacional, se jueguen en el Centenario. Los forofos son vigilados con cámaras de reconocimiento facial para denunciarlos en caso de tener actos violentos.

El Ministerio del Interior se opone a la presencia de policías en las tribunas, excepto en casos especiales, y pide a los clubes que contraten empresas de seguridad privada. Aunque ninguna de estas cuenta con herramientas de disuasión, como quedó demostrado el 27 de abril en la Copa.

En Brasil, la seguridad en los estadios es responsabilidad de los clubes, quienes prefieren a vigilantes privados, lo que no agrada a los hinchas que se sienten inseguros con las barras bravas.

Dado que la mayoría de los estadios son de los clubes, estos tienen la posibilidad de contratar a la Policía y pagar por sus servicios para ocuparse de las zonas exteriores.

La Policía cumple un trabajo de escolta de los equipos y de las barras organizadas, y despliega hombres en las afueras de los escenarios.

En Venezuela, se estableció en 2016 un sistema híbrido entre efectivos públicos y privados. Por cada 5.000 entradas en venta, los clubes deben garantizar 25 uniformados para mantener la vigilancia en las áreas internas del estadio. Además, por cada 500 hinchas por encima de los 5.000, otro Policía o Guardia debe agregarse a la plantilla. Los agentes privados, que no tienen armas, están destinados a cuidar las tribunas y los vestuarios.

En Colombia, el código de Policía que entró en vigor este año incluyó un artículo que concede la potestad de los clubes de la organización y seguridad de los eventos, aunque se aclara que no es que la Policía será apartada. Estará en menor cantidad.

La Federación amenazó con suspender la Liga y la Corte Constitucional intervino al dar dos años al Congreso para afinar la norma.

Por el aumento de los hechos violentos en el fútbol en Argentina, el Gobierno intensificó los controles en los ingresos a los estadios, prohibió a los menores de 16 años asistir sin un adulto y tornó obligatorio exhibir un documento de identidad.

También tomó la decisión de elaborar listas de ultras que tienen el ingreso prohibido por haber protagonizado disturbios o tener antecedentes penales.

En los partidos de la Liga Panameña, la seguridad de los estadios la brinda una empresa privada y la Policía, que se establece dentro y fuera de los estadios.

En Guatemala, no hay una ley de prevención de la violencia en eventos deportivos ni existen sanciones para autores de actos violentos.

La Policía de Paraguay dispone de un área de Eventos Deportivos encargado de la organización previa y posterior al evento, así como durante el mismo.

En los partidos hay una división especial para estos eventos, con uniformes diferentes, pero sin armas. En la grada hay personal antidisturbios y en casos de fuerza mayor la Policía entra al estadio, las tribunas o la cancha.

Los efectivos suelen hablar con los ultras para controlar su traslado, acceso y salida.

Los partidos de clubes y selecciones en Ecuador siguen siendo controlados por la Policía aunque el principal obstáculo es determinar el número preciso de personal en cada escenario.

Por falta de uniformados, no se pudo controlar una pelea entre barras del Barcelona, lo que provocó la suspensión del cotejo con el Macará. Al día siguiente se jugó a puerta cerrada. Como consecuencia de estos actos, directivos del Barcelona prohibieron el ingreso a la barra “Sur Oscura”.

Costa Rica

Los conflictos en este país son frecuentes, por ello, el Gobierno está elaborando una norma “dura” para estos hechos deportivos.




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