domingo, 3 de junio de 2012

Polonia: naturaleza,historia y... fútbol

L as ciudades de Varsovia, Gdansk, Breslavia y Poznan serán las sedes polacas de la próxima Eurocopa de fútbol, cuatro oportunidades de descubrir los diferentes rostros de Polonia, desde el mar Báltico hasta la región de Silesia, sin olvidar una parada en Cracovia, que aunque no es sede, sí una cita obligatoria para todo viajero.

Sin duda, Polonia es un país que no deja indiferente y siempre asombra al visitante con una naturaleza poco frecuente en la moderna Europa, un folklore desconocido en los países del sur, una intensa vida cultural y una población que sabe hacer agradable la estancia del turista.

El torneo arrancará el próximo 8 de junio en Varsovia, para muchos una ciudad fea y gris, marcada por una biografía dramática de sufrimiento y tragedia llevada al cine por películas como El Pianista, de Roman Polanski.

Es cierto que la historia reciente de la capital polaca está protagonizada por la fatalidad, pero es precisamente ese destino siniestro el que crea una atmósfera única que jamás defrauda al visitante.

Varsovia fue aplastada por los nazis en su retirada, lo que obligó a las autoridades comunistas a reconstruir completamente la ciudad durante los 50 y 60, lo que convierte a amplias zonas de la capital en un atractivo para los amantes de la arquitectura estalinista y del llamado realismo comunista.

Algunos de los edificios y palacios más emblemáticos, también destruidos durante la II Guerra Mundial, fueron meticulosamente reconstruidos, fundamentalmente en el centro histórico, hoy un elegante conjunto de callejuelas en el que merece la pena pasear y detenerse a almorzar en sus elegantes restaurantes, sobre todo en la plaza Mayor (Rynek), junto al monumento a la Sirenita de Varsovia.

Otra cita obligada en la capital es el parque Lazienki, la escena en el verano de conciertos al aire libre con la música de Federico Chopin, nacido precisamente en esta ciudad, como protagonista.

El parque es simplemente hermoso, un auténtico monumento a la naturaleza urbana en el que olvidar la tensión del fútbol y zambullirse en un espacio delicioso de flores y grandes árboles.

La Venecia polaca

Breslavia, Wroclaw en polaco, es otra de las sedes y una ciudad sorprendente que los locales conocen como la Venecia polaca, ya que está formada por varias islas rodeadas de canales y atravesada por el río Odra.

El viajero debe saber que Wroclaw fue parte de Alemania hasta el final de la II Guerra Mundial, por lo que sus edificios históricos son buenos ejemplos de la arquitectura germana, empezando por la preciosa plaza Mayor (Rynek), donde el turista con un poco de imaginación puede trasladarse a un cuento de los hermanos Grimm.

La mezcla de estilos, desde el teutónico, pasando por el renacentista alemán, el periodo Hasburgo o el de entreguerras configuran una ciudad en la que merece la pena pasear, sin olvidar que la cercanía con la República Checa da a la cerveza local un sabor peculiar que exige visitar alguna de sus muchas cervecerías.

Poznan y Gdansk

Poznan también está en el oeste de Polonia y es nuestro siguiente destino en el mapa polaco, donde la ciudad siempre ocupó un lugar referente como lugar de intercambio, a medio camino entre Berlín y Varsovia.

Además de ser una localidad vibrante, con buena vida nocturna y un animado centro comercial, el viajero debe recordar que se encuentra en uno de los puntos de referencia de la nación polaca, ya que Poznan fue escenario de algunos de los episodios históricos que dieron forma a este país.

De aquí partiremos a otra de las sedes del torneo: Gdansk, la perla del Báltico, la antigua Danzig, la ciudad codiciada donde en 1939 comenzó la II Guerra Mundial, un emplazamiento entre Alemania y Polonia que desde su fundación ha sido objeto de codicia.

Gdansk es bella, un auténtico tesoro del gótico cuidadosamente restaurada, lo que permite hacerse una ligera idea del glorioso pasado de esta ciudad como miembro de la Liga Hanseática, la organización que centralizaba el comercio en el norte de Europa.

Aquí tenemos una parada obligatoria para comprar joyas de ámbar, el recuerdo perfecto de nuestra visita a Polonia, aunque se recomienda al turista que se asegure de que adquiere verdadero ámbar y no una imitación de esta resina milenaria, a la que los romanos llamaban las lágrimas de los pinos.

Pasear por el centro histórico y probar alguno de los platos típicos de bacalao (dorsz) o arenque (sledz) son buenas propuestas, junto con un vistazo a los astilleros de Gdansk, donde nació el movimiento Solidaridad y Lech Walesa comenzó su lucha contra el comunismo.

Otra interesante opción si disponemos de tiempo es acercarnos a la vecina Sopot, lugar de veraneo tradicional de la aristocracia alemana, un precioso ejemplo de la belleza de la costa polaca, con arenas blancas y tupidos árboles como escenario frente al mar, además de contar con una sugerente vida nocturna.

Si nuestro recorrido por la Eurocopa lo permite hay que visitar Cracovia, una de las ciudades más bellas de Europa Central donde, a pesar del turismo, todavía se pueden disfrutar de espacios únicos.

Es considerada el mejor ejemplo de la arquitectura histórica polaca y capital espiritual de Polonia, donde Cracovia (Kraków) representa la vanguardia cultural y la vida universitaria.

Desde allí podemos trasladarnos al cercano campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, aunque esta opción exige que el turista se prepare para recorrer uno de los lugares más siniestros de la historia reciente de la humanidad.

País acogedor

Fuera de las ciudades que acogerán los partidos de la Eurocopa, el viajero se sorprenderá al descubrir que Polonia es un país donde todavía se puede disfrutar de un folklore antiguo y de ese espíritu de hospitalidad que conservan las sociedades rurales.

Un país que además se encuentra entre los más católicos del mundo, así que no se extrañe el turista ante el elevado número de religiosos que encontrará durante su visita, y recuerde que estamos en la patria de Juan Pablo II, donde los sacerdotes católicos tuvieron un papel fundamental en la caída del comunismo, algunos incluso dejando su propia vida para lograr la democracia.

Y a todo lo anterior hay que sumar la naturaleza frondosa que aguarda en Polonia, algo ya poco común en nuestra moderna Europa, lo que para los amantes del bosque exige una visita a Bialowieza, donde viven los últimos bisontes del continente; al parque natural de Bieszczady, en la frontera con Ucrania, o a Mazuria, la región de los mil lagos.

Unas vacaciones que pueden ser perfectas si acompaña el buen tiempo y el atractivo de disfrutar del mejor fútbol del continente. (EFE Reportajes)

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