De la localidad ecuatoriana de Sangolquí, enclavada en las entrañas de los Andes, a 2.500 metros de altitud, ha irrumpido un gran equipo, el Independiente del Valle, finalista inédito de la Copa Libertadores. El club, cuyo primer nombre fue Independiente José Terán, pasó a convertirse en una empresa organizada con el nombre actual de Independiente del Valle. Para ello, construyó un Centro de Alto Rendimiento con siete canchas reglamentarias para la práctica del fútbol y habitaciones para que allí vivan los niños y jóvenes que llegan desde otros sitios de Ecuador a formar parte del club.
De ese centro ha salido la mayoría de jugadores que están hoy dando frutos, no solo en el Independiente, sino también en otros clubes locales y del exterior. Cualquiera que sea el resultado final en la edición actual de la Libertadores, gran parte de la plantilla, según fuentes del mismo club, pasará a reforzar equipos del exterior, aunque el club tiene una generación lista para reemplazarlos, pues la mayoría de ellos han participado en torneos internacionales con el equipo y con selecciones juveniles de Ecuador. Otro de los hechos que han marcado la labor del Independiente del Valle ha sido la donación total de los ingresos por taquilla que ha percibido como local desde los octavos de final en beneficio de los damnificados por el terremoto que azotó la costa norte de Ecuador el pasado 16 de abril.
En el camino a la próxima final frente al Atlético Nacional de Colombia, el Independiente eliminó al Guaraní, de Paraguay, en la fase de repesca; luego cayeron el Melgar, de Perú; el Colo Colo, de Chile; y ganó al Atlético Mineiro, de Brasil, que ocupó el primer puesto del Grupo 5, aunque luego quedó eliminado. En octavos de final, se enfrentó al River Plate, de Argentina, sellando en Buenos Aires el billete a cuartos de final, en los que también como visitante aseguró la clasificación contra el Pumas, en México, y en semifinales superó al Boca con victorias por 2-1 y 2-3.
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