El actual técnico de la selección chilena de fútbol, el argentino Claudio Borghi, debió ceder a la presión de sus jugadores y volver a las manías de su antecesor y compatriota Marcelo Bielsa.
El conflicto, latente desde la llegada de Borghi a la "Roja", estalló después de que la prensa fotografiara el viernes al defensa Roberto Cereceda cuando era desnudado en broma por sus compañeros.
La difusión de la escena, impensada en la era Bielsa, molestó a los deportistas y obligó a Borghi a cuidar sus espaldas ante las comparaciones. "Vamos a volver a lo de antes", dijo.
"Creo que hay espacios de intimidad, porque lo que pasó con Cereceda ha pasado mil veces en la selección", añadio el adiestrador tratando de reducir la polémica.
El cambio, no obstante, supone restricciones para los medios y una menor exposición de los jugadores. "La prensa no debería estar" en las prácticas, reclamó el delantero Jean Beausejour.
Las palabras del ariete apuntaron a que desde un inicio los futbolistas le pidieron a Borghi trabajar a puertas cerradas, al estilo de su antiguo líder, Bielsa.
Borghi, locuaz y de broma fácil, desechó la opción, en parte como un gesto de autoridad que marcara las diferencias entre él y el rosarino, un ídolo aún en Chile.
"También hubo indisciplina en la era Bielsa", comparó Borghi y dijo que él jamás tuvo problemas cuando fue técnico de Colo Colo, equipo que es la base de la actual selección.
Su preparador físico, Hernán Torres, cuestionó además la seriedad del trabajo del equipo técnico de Bielsa. "Pensé que era más científico", dijo al asumir.
Pero palabras más o menos, lo real es que Borghi no es Bielsa. El primero permitía fumar en camarines, el segundo no. El primero es de trato cercano, el segundo a veces ni hablaba a los jugadores.
El punto es que los jugadores chilenos quieren ganar la Copa América y con el estilo de Bielsa. Es decir, atacando y sin distracciones.
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